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¿TODOS SOMOS UNO? LA NO-DUALIDAD, OTRO CONCEPTO

Hace tiempo que me viene rondando por la cabeza el escribir sobre el tan manido tema de la dualidad y la no-dualidad. En primer lugar al describir ambos aspectos, nos encontramos con una polaridad. Por una parte somos conscientes de los claroscuros de los acontecimientos, de las paradojas del ser humano en sus vivencias cotidianas, de la ambivalencia de nuestra existencia. Sin embargo, emerge una corriente espiritualista que afirma, sin condiciones, que esa polaridad, ese vínculo pendular entre polos opuestos, simplemente no existe. Y en cierto sentido eso es verdad. En última instancia a un nivel, digamos transpersonal o mega-humano, se disuelve toda esa fantasía de lo uno-lo otro. Incluso deja de existir lo que denominamos el Observador.

 

Partiendo de la base de que toda búsqueda espiritual tiene su origen en el ego, es fácil llegar a la conclusión de que la mayor parte de todo ese “proceso” se dirime entre ese yo personal e intransferible y los pequeños instantes de vacío existencial (vividos como comunión con el Todo) y que resultan difíciles de explicar, sobre todo porque no tienen ninguna explicación racional y entendible por el ego, el cual trata por todos sus medios de apropiarse de la autoría de esos momentos místicos y de hacerse con el control de esas situaciones, de esos instantes en los que de manera absoluta nos encontramos totalmente “todificados”.

 

Ahora bien, se ha extendido por al ámbito espiritual el concepto de “Todos somos Uno”. Quizás sea la manera más sencilla de comunicar que en realidad, a un nivel “trans-meta”,  no existe un Yo individual, que todos compartimos el mismo SER, o lo que sea que es eso que queremos explicar con palabras. Pero en el interín nos olvidamos de las trampas del lenguaje de las que se aprovecha el ego. Decir que Todos somos Uno supone acordar que somos muchos, o sea todos, y que esos muchos somos uno, como si estuviésemos realmente empaquetados, mezclados, revueltos, amasados en un heterogéneo agujero negro de personalidades, así el ego se queda tranquilo porque se encuentra reforzado por esos otros egos que forman el Todos.

 

Así toda la potencia de la frase “Todos somos Uno” se diluye. El Yo soy Tú y Tú eres Yo implícito, queda confinado al reducido lenguaje de la mente, de la que el ego es su señor. Eso nos tranquiliza. Por una parte sigo siendo Yo pero, por otra, soy Uno con el otro. Juegos de palabras que al ego le encantan ya que así no tiene que lidiar con su propia disolución. Tal vez, y digo tal vez, sería mejor desterrar esa frase de la “new-age” y constatar que realmente solo existe la Unidad. Pero claro, es mucho más beatífico decir Todos somos Uno que aseverar que solo existe la Unidad. El ego no entiende eso y se revela. Jeff Foster lo explica de una manera muy sencilla: “La “no-dualidad” es en realidad una traducción de la palabra sánscrita “Advaita”, que significa simplemente “no dos” y apunta a la unidad esencial (totalidad, plenitud, unicidad) de la vida, una totalidad que existe aquí y ahora, antes de cualquier aparente separación. Es una palabra que indica una intimidad, un amor más allá de las palabras, justo en el corazón de la experiencia del momento presente. Es una palabra que nos señala la vuelta a casa. Y a pesar de la apariencia fascinante de la separación y la diversidad sólo hay una esencia universal, una realidad. La unidad es todo lo que hay — y estamos incluidos. Lo que realmente estamos tratando de hacer cuando decimos “no-dualidad” es señalar a la vida como es justo ahora, antes de la aparición de los conceptos y las etiquetas; antes de que el pensamiento cree un mundo de cosas: mesa, silla, mano, pie, miedo, yo, tú, pasado, futuro. ¿Qué es la vida antes del pensamiento? ¿Podemos siquiera hablar de eso? ¿Es posible capturar la no-dualidad en palabras?” La respuesta es No. Pero de algo tenemos que hablar, de filosofar, en esa búsqueda infructuosa de lo intangible.

 

Otra de las cuestiones a tratar es que cuando solemos decir Todos somos Uno, parece que nos olvidamos, o nuestro buen-ego quiere olvidarse, de todo lo que acontece en el mundo: muerte, guerras, hambre, soledad… Y hemos de concienciarnos que todo eso que ocurre forma parte de la Unidad, está incluido en lo insondable, en la multiplicidad de facetas que la conforman. No vale, pues, negar que todo ello no existe en realidad, que no es más que un sueño. “Eso puede ser cierto desde una perspectiva final, en última instancia, pero nadie puede vivir en ‘última instancia’”.(Foster)

 

Los negacionistas del ego han encontrado un salvavidas existencial en las enseñanzas advaitas, sin embargo no han entendido ni aprehendido la verdadera dirección hacia donde apuntan. Se han quedado mirando el “dedo que apunta hacia la luna”. Así que el Todos somos Uno se convierte en su dogma y doctrina sin enterarse de lo que verdaderamente significa. Aunque…eso está bien, forma parte de la Unidad, de sus múltiples facetas, de su miríada de expresiones en lo cotidiano. Ahhh!!! Qué placer, qué emoción saber que formo parte de algo más grande que yo. Hasta mi ego está sonriente y contento. Como Buda.

Hopponopono

Ho’ponopono es una técnica de sanación descubierta por el Dr. Len (Ihaleakala Hew Len), basada en la tradición y creencias hawaianas. Este doctor fue capaz de curar un pabellón entero de pacientes criminales desequilibrados mentales sin siquiera ver a ninguno de ellos. El psicólogo estudiaba la ficha del preso y, enseguida, miraba hacia su interior con el fin de ver como él había creado la enfermedad de esa persona. A medida que él mejoraba, el paciente también mejoraba. Ho’oponopono significa “corregir un error” o “hacer lo correcto” y es una práctica que se realizaba desde hace mucho por la Tradición Huna.

 

Esta técnica se basa en la creencia de que nosotros creamos nuestra realidad, por consiguiente nosotros somos los responsables de lo que ocurre en nuestro mundo. Hemos de aceptar que tenemos el 100% de responsabilidad en las cosas que ocurren. Nuestra mente se compone de un Consciente, un Supraconsciente y un Subconsciente al que muchos identifican con el niño Interior, niño que posee la llave de nuestra felicidad y almacena en su poder información de todo lo acontecido en esta y otras vidas.

 

Hay una Divinidad cuya sabiduría y poder son muy superiores a las nuestras y que nos ama incondicionalmente.

Tenemos que estar dispuestos a dejar todo en manos de esta Divinidad para que sane nuestros recuerdos, sentimientos, creencias…..

Para poder practicar esta técnica hay que conectar con nuestro Niño Interior y pedirle que se comunique con la Divinidad y le diga:”Divinidad limpia en mi lo que está contribuyendo a que aparezca este problema”.

 

Después hay que afirmar: Lo siento, perdóname, te amo, gracias.Al hacer esto estoy pidiendo a la Divinidad que cancele programas (memorias) en mí para que ellos sean cancelados también en las otras personas, estoy pidiendo sanar mi Niño Interior para sanarme a mi mismo y a los demás.

 

La técnica de sanación del Dr. Haleakala Hew Len es basada en repetir las siguientes frases hacia el Divino Creador, pensando que nosotros somos los responsables:

 

LO SIENTO

PERDONAME

GRACIAS

TE AMO

  

Los Pensamientos y la culpa son memorias revividas. Ser Identidad Propia requiere la limpieza incesante de memorias.

Es fundamental comprender que, cuando observamos algún problema en alguien, aquella persona es tan sólo un reflejo de una memoria guardada en nuestro subconsciente que se expresa a través de aquel problema en aquella persona. El problema no es la persona, sino nuestros pensamientos sobre ella.

Esas memorias, tengamos o no conciencia de ellas, son proyectadas todo el tiempo, creando nuestra realidad… haciéndonos repetir experiencias sucedidas en historias que nos dejan sin comprender el por qué, ni como salir de ellas…

Muchas veces, en esas situaciones que se repiten, tenemos la ilusión de que el problema está en el otro y que si él cambiase el sufrimiento se acabaría… e invertimos mucha energía en esa búsqueda de la modificación del “otro”.

 

Otras veces, si el problema es del “otro” preferimos mantener una distancia confortable… desde donde podemos asistir, y continuar interfiriendo con nuestros pensamientos… nuestros enjuiciamientos y exacciones… Solamente que el “otro”… somos nosotros mismos… y es nuestra responsabilidad limpiar todo lo que hemos creado a partir de nuestros pensamientos y creencias acumulados desde el comienzo de nuestra experiencia.

El Ho’oponopono… viene a traernos la posibilidad de asumir el 100% de la responsabilidad sobre todo aquello que nos incomoda… en personas… situaciones… lugares, y a partir de ahí nos da herramientas preciosas para que se limpien las memorias que hacen que esto nos incomode…

En verdad nuestro trabajo no es más que recibir lo que nos llega cada día… como un “regalo”.

Al Mc Allister.

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